ANTOLOGÍA    LITERARIA    DE      AÑO

 

COLEGIO BERTRAND RUSSELL

 

 

Producción y realización de diseño: 9º año 2007

 

CUENTOS PARA LEER DE NOCHE

 

 

 

 


DULCE EUGENIA

 

 

   A pesar de que había pasado bastante tiempo, los habitantes del pueblo sombrío, recuerdan lo que sucedió con aquella niña durante el invierno más crudo del siglo pasado.

Tal es así que nunca nadie habitó la casa donde vivía eugenia y, aunque quedaba en pie la vivienda, nadie quería pasar cerca de aquel lugar.

   Eugenia era una niña dulce e inocente que vivía con su madre y un hermano mayor, raro, muy raro. Si bien no presentaba signos de discapacidad, era realmente raro, siempre callado.  En sus ojos habia destellos de maldad, todo el mundo le temia, incluso  su madre. La única persona que era tierna con él era eugenia.

   Ella no le temia.

Las maldades de su hermano antonio eran conocidas por todo el vecindario.

   Golpeaba a los chicos del barrio, mataba a las mascotas de los vecinos por puro placer, y colgaba los cadaveres en el monumento del pueblo. Era muy sangriento.. Hasta llegó a incendiar algunas viviendas vecinas.

   Un día los pobladores del pueblo sombrio se juntaron para discutir y ver qué hacian con “este salvaje”, como lo llamaba la mayoría: el salvaje del pueblo sombrio.

   Además todos querían proteger a la niña, que estaban seguros de que algun día le haría daño, ya que ella, en su inocencia y por el amor que a pesar de todo le generaba su hermano, todo el tiempo estaba expuesta a que algo le pasara.

   Las mujeres del pueblo decidieron encontrarse con su madre para hablar con ella, ayudarla y ofrecerle apoyo.

   Mucho no pudieron hacer, la madre era una mujer muy limitada que no quería reconocer lo que sucedía, y lo único que hacia era llorar y decir que eran travesuras de chicos.

   Las vecinas le ofrecieron llevarse a eugenia para protegerla, hecho que indignó y ofendió profundamente a la madre.

   Entonces se dieron por vencidas.

Resolvieron tenderle una trampa a antonio para tomarlo justo en el momento en que el cometiera una salvajada, asi podrian atraparlo y encerrarlo.  Pero la duda era ¿dónde?, ya que el comisario del pueblo decia que no tenia fundamentos para encarcelarlo. La muerte de las mascotas no le parecia suficiente y respecto de los incendios, manifestaba que no habia pruebas ni testigo alguno….

Entonces uno dijo: “el manicomio… ese es el lugar”.

   Echaron manos a la obra.

 

  Comvencieron a una de las vecinas que les prestara lo que mas queria, un dulce gatito que habia criado desde chiquito, y que sabian que el salvaje le tenia muchas ganas.

   Una noche lo ataron al árbol donde siempre antonio se escondia. Sabian que el llanto y los maullidos desesperados del animal llamarian la atención del salvaje.

   Y asi fue.

   Los hombre aprovechando la oscuridad de la noche, se escondieron en el bosque, y cuando el salvaje se acercó al gato con una navaja, dispuesto a descuartizarlo, todos se le tiraron encima y lo atraparon.

  Y se llevaron una gran sorpresa: cuando destaparon la bolsa donde lo tenian encerrado no podian creer lo que sus ojos estaban viendo.

  Era eugenia…la dulce e  inocente eugenia, su hermano  antonio corría desesperadamente, queria    defenderla, pero ella no lo dejó, sacó su navaja y se la hundió profundamente en su corazon.

 

 

FIN

 

 

AUTORES: IVÁN SEIJO

                    GONZALO LÓPEZ

                    ANDRÉS CRISP

                    CRISTIAN MELE

 

 

EL MISTERIO DE LOS  SEIS DESAPARECIDOS

 

  Una noche de niebla, tanta que era imposible ver algo a 20 cm., un grupo de adolescentes decidieron ir a acampar al bosque.

 

  Esa misma noche oyeron unos ruidos extraños, tan extraños que era imposible conciliar el sueño. A la mañana siguiente notaron que faltaba uno de los chicos y comenzaron a buscarlo, pero todo fue en vano. No apareció.

 

  Uno de ellos decidió no quedarse en ese bosque otra noche más, pero los demás sí.  Luego de una semana, ese chico decide recorrer el bosque para ver cómo estaban sus amigos, pero ya no quedaba ninguno y pensó que se habían ido.

 Pero no fue así. 

Entonces decidió ir a la casa de cada uno de ellos y todas las madres que lo atendieron dijeron lo mismo: que desde esa noche ninguno, excepto él había regresado.

 

  Entonces todos acudieron al bosque para buscar alguna pista y descubrir el misterio, pero no encontraron nada.

 

  Hasta el día de hoy, ese chico y las madres de los otros siguen buscando, pero sin resultados y nada se sabe hasta hoy; no hay culpables de esta horrible  tragedia.

  Todo es un misterio.

 

  Yo, ahora, recorro el bosque. Estoy buscando a mis amigos.

 

  ¿Qué es esa luz?

 

 

FIN

 

 

    Autores: Ramiro Scialpi

                  Augusto Esmerado

                  Martín Orbe

                    Ezequiel Inzaurralde

 

 

 


Miedo a la oscuridad.

 

 

  Conozco una construcción todavía activa, de más de cien años, una construcción que parece normal pero que guarda muchos secretos, yo diría que… demasiados

 

  Según se cuenta, ese lugar tiene un subsuelo con varias historias interesantes.

 

  En el subsuelo, nadie sabe bien lo que hay , pero por rumores que se corren, cuentan que tiene varios túneles clausurados, los que conducen a diversos lugares del centro, como a la antigua Aduana, a la Casa Rosada, a Barracas, La Boca..Uno de esos túneles llevaba al río.

 

  La historia que voy a contar ahora, le ocurrió a un amigo, quien a su vez me la contó y me sorprendió muchísimo. Sucedió en el subsuelo de una casona.  No espero que crean esto, pero sepan que el miedo allí estaba y también… había algo más.

 

  El ambiente era húmedo, inhóspito, sólo estábamos nosotros dos. Mi amigo se encontraba en metrología, arreglando una máquina y me pidió  un cable para hacer una especie de extensión. Yo tenía que ir al subsuelo y bajar. Estoy acostumbrado a no prender la luz, ya que conozco el recorrido de memoria, pero había algo extraño, me sentí observado durante todo el descenso por la escalera.

 

  Cuando estoy en el centro de la habitación, siento que tengo alguien detrás que me sigue.

 

 Creí que era mi amigo porque siempre suele hacer bromas pesadas. Me di vuelta y no había nada, sólo la oscuridad me rodeaba y una inmensa pared negra que sentí por un momento que se abalanzaba sobre mí.  Pero sólo había una especie de nube gris. Yo estaba petrificado del miedo por la impresión, sentí que mi corazón se detenía por lo menos tres segundos. No respiré, el frío me recorrió los huesos erizando toda mi piel.  Quedé inmóvil, el subsuelo era demasiado grande y en el fondo creí ver algo.

 

  Sentí un llamado, escuché una voz, pero parecía estar dentro de mi cabeza, aunque era tan real…

 

 

  Intenté acercarme, pero me di cuenta  que el piso tenía agua. Le di poca importancia y junté valor para caminar hacia eso extraño que no lograba distinguir

 

  De pronto sentí una mano que se posaba sobre mi hombro, fue como de muerte. Estaba tan asustado que corrí desesperadamente y al darme vuelta para cerciorarme, vi a mi amigo quien quedó tan asustado como yo.  Lo único que el miedo nos dejó hacer fue correr hacia las escaleras y subir para alejarnos de ese siniestro lugar.

 

  No sabemos bien qué fue.  En realidad no entendimos qué ocurrió. Lo único que sé es que cada vez que tenga que bajar al subsuelo...voy a prender la luz.

 

 

FIN

 

 

Autor: Lucía Toledo

 

 

 

La muñeca más fría

 

   El jardín de los Williams poseía gran cantidad de maravillas que encandilaban a Jane, quien transcurría sus días cuidando de la mansión, como toda empleada principal. La jovencita se entretenía regando las rosas que  anhelaba con todo su corazón, y bien sabía que su ama había prometido obsequiarle lo que le quedara, luego de que acabaran unos funerales. Un día, mientras realizaba cierta actividad, apareció Dorotti, hija de los millonarios señores de la casa, y Jane le habló con su voz apacible luego de dejar a un lado sus deberes:

-No comprendo porqué todas las rosas están bellas y voluminosas, tan coloradas como los pómulos de una muchachita, y aquella que se oculta entre los prados, se la ve tan pálida y tan marchita-

   Suspiró, y se percató de que le había sonado una rima.

- ¡Y eso que la estuve regando como a las demás! –replicó.

-¿Y cómo quieres que esté? ¡Siento pena de ella! Tan solitaria, sin ninguna rosa como compañera a su alrededor ¡Cómo quisiera tomarla yo, pero me sentiría una criminal!- contestó la pequeña Dorotti y Jane sondeó hacia los alrededores, colocándose su sombrero azul inglés.

-¡Qué extravagancia de la naturaleza!

-La otra vez- comenzó a decir la niña- mientras ordenaba mis muñecas en la habitación, me impresioné con la imagen de una mujer detrás de la ventana, situada en el mismo sitio donde yacía la rosa, y su rostro parecía afligido. Creí que estaba colocando otras a su lado, donde se  podía distinguir un hermoso ramo pero… ya no están. Ni una de ellas.

   Jane quedó pensante:

-¡Eso es lo que podríamos hacer!- contestó, dándose se vuelta, y sin creer ninguna palabra de la pequeña.

-No seas tonta: Yo sé que resulta extraño, pero por favor, aleja a esa extraña, temo que me quite mis muñecas.

-¿Por qué robaría tus muñecas?- preguntó Jane- De igual manera, Dorotti, sabes que nadie puede ingresar a la mansión de tus padres.

   Dorotti no contestó, pero sus ojos dieron a conocer su colosal tono verdoso al abrirse y cerrarse con nerviosidad, y durante todo el día la niña se mantuvo en silencio, sin mirar a nadie.

   Transcurrieron algunas semanas más, y la pequeña aún demostraba la misma actitud misteriosa e inquietante, por lo cual Jane no resistió el impulso de refir a su amo lo sucedido, el soberbio señor William:

 

 

-¡No te des el lujo de hablar de ella otra vez! ¡No te lo permito! Ve a realizar tu labor, y deja de decir estupideces- le dijo, muy ocupado con unos papeles, y visiblemente turbado.

   La señora de la mansión nunca se encontraba presente ya que siempre salía por asuntos de negocios, o quizá eso hacía creer ella, porque días atrás Jane la había oído afirmar “Ya tengo mis planes puestos en David”, respondiéndole a una voz aguda que le decía:

- “¿Estás segura de que él no sospecha nada? ¡Solo a ti se te ocurren esta clase de amoríos! Sí la niña estuviera todavía aquí, probablemente no lo harías.”

   Aunque a Jane no le seducía la idea de escuchar conversaciones privadas, no entendió a qué se referían.

  Cierta tarde de primavera, la joven criada se hallaba aseando los pasillos, cuando repentinamente percibió llantos de Dorotti detrás de la puerta, y entró  desesperada:

-¡¿Qué sucede, pequeña?! ¿Acaso mamá ha vuelto ebria otra vez? ¿Papá la ha lastimado? ¡Dios mío! Sabiendo que estás muy débil y en plena recuperación de aquella enfermedad, te entristecen de una manera monstruosa.

  Dorotti negó con la cabeza, y dijo sollozando:

-No… La ventana.

   Jane se aproximó al enorme ventanal y abrió tanto sus ojos como su boca;          un grito le estremeció el cuerpo por completo. Al ver hacia el jardín, observó un sendero mezquino de rosas bonitas, y otro, que tiempo atrás había estado  habitado por una frágil rosa, se hallaba ahora cubierto por otras pero increíblemente marchitas que creaban una especie de rectángulo, cuya longitud no alcanzaba el metro y medio.

   Dorotti, al percatarse del asombro de la muchacha, agregó:

-Es que la noche anterior, había oído algo que no me dejaba dormir, como sí alguien estuviese apisonando hojas secas, constantemente, y creí que había sido mi gatita, Cleo. Pero al despertar Lilian comentó a papá que el sofá estaba destrozado y había señales de garras, lo que me dice que ella no había salido de casa- y sus ojos se humedecieron al contemplar lo que oscurecía al mórbido paisaje- ¡Seguramente fue esa mujer! ¿Cómo puede ser tan mala?- y en seguida abrazó a Jane, apoyándole la cabeza en la cintura.

  A Jane le costaba creer en la niña, ya que era una mujer racional, cuya imaginación no era muy amplia. Pensó que quizá la niña ‘veía cosas extrañas’ por la intolerable relación de sus padres, y que surgió cuando a la niña le diagnosticaron una enfermedad que la debilitaba hasta hacerla rozar la muerte.

 

 

  Los últimos días la tensión creció con bestialidad y ambos padres parecían enemistados por alguna razón que, al menos Jane, desconocía. Decidió pasar más tiempo con la pequeña, con el fin de descubrir qué preocupación navegaba por su cabecita.

   Pronto arribó la navidad. Dorotti se sobresaltó aquella mañana de diciembre, debido a las injustas acusaciones que realizaba su padre a Jane, porque a la pequeña le comenzaron a desaparecer las muñecas, y éste se desquitaba con la pobre criada, echándole la culpa con un inmenso odio. Jane negaba lo mejor aue podía las acusaciones y se encerraba en la cocina para ser consolada por sus demás compañeras, porque a veces, quería solo llorar y lamentar su suerte.

  Llegó la noche santa, y fuera de la mansión podía apreciarse la figura de una mujer vestida con telas de bordados exóticos. Jane merodeaba en el jardín, decorando y aseándolo todo porque pronto llegarían los invitados.

-Es navidad- pensó para sí- y quizá pueda hacerle algún obsequio a Dorotti, ya que le han desparecido sus muñecas y eso le ha hecho pasar un día lamentable.

  Mientras recorría la mansión se encontró con el sendero de rosas, tan marchitas que su amor propio sufrió al verse incapacitada de cuidarlas. El rectángulo estaba más colmado que nunca, y era tal la diferencia con el resto repleto de vida, que frunció el ceño como si recién hubiese notado ese detalle.

   Comenzó a caminar por encima del mismo, y oyó la voz de Dorotti detrás, que le decía preocupada:

-¡No lo hagas!

Pero Jane no obedeció, y al caminar sobre el colchón de rosas, todas hicieron ‘¡crack!’ y se quebraron como el rostro endurecido de una anciana compungida. Debajo de su muslo, sintió un material sólido, que le incomodaba, y volviéndose a él, contempló una pierna de porcelana sumergida en la tierra.

-¡Una muñeca!- dijo exaltada, y al instante comenzó a excavar. Dorotti  le gritaba detrás, aterrada, pero Jane parecía no oírla ya que estaba muy concentrada en la búsqueda. Finalmente no se encontró con una muñeca, sino dos, y luego tres, hasta que en corto tiempo surgieron todas las que habían desaparecido. Sonrió hacia Dorotti, quien parecía esperar lo peor, y al instante introdujo sus extremidades en la tierra y se topó con unas manecillas carnosas pero sorprendentemente frías, que aceleraron su respiración. Le ordenó a la pequeña que no mirase.. Jane comenzó a descubrir un cuerpo menudo y pálido debajo de la tierra y despejó las rosas marchitas que caían en el rostro.

  Cuando lo divisó con exactitud, tan angelical e infantil, no podía creer que

se trataba de un cadáver y reconoció en él unos pálidos ojos verdes y unas

ojeras púrpuras, síntomas que solo podían causarlos el insomnio o una enfermedad.

  No se atrevió a girar para atrás, y tampoco pudo enfrentar la indiscutible duda ni el predecible temor, porque cuando volteó la cabeza… ya no había nadie.   

 

 

                                                        FIN

 

 

Autor: Florencia Madeo Facente